No ha sido precisamente el azar el que ha querido que llegue a mis manos un número de lotería del que soy custodio, sino una mano amiga asustada.
En un aparte tras la cena me dice:
- Me tienes que hacer un favor; guárdame este décimo.
Le miro extrañado y le digo:
- ¿Cómo?, ¿quieres que juguemos a medias este número?
- No, es sólo para que me lo guardes. No encuentro un sitio seguro en casa, y “…” se puede enterar.
- ¿Y?
- Que en el reverso lleva el sello del establecimiento.
- Ya, y no conviene que lo sepa.
- Exacto, lo he comprado en un sitio prohibido.
- Venga, si quieres te lo cambio por uno mío.
- Que no, que me lo guardes, que el número me gusta.
- Entonces a medias.
- Joder, guardameló, tú te puedes comprar otro si quieres, ya ves dónde me lo he agenciado.
- Bah, paso…Total no va a tocar…y además, igual tampoco te conviene.
- O sea que fuiste a lugares prohibidos…
- Me liaron.
- Ya.
Y solidariamente le propuse un brindis por esa suerte esquiva que se esconde en lugares que llaman “de perdición”.
Se vuelve a confirmar que en estos encuentros las apariencias son una cosa y las realidades otras. En cualquier caso, un momento entrañable si no fuera por la caspa que destila.
Suerte, a todos.
En un aparte tras la cena me dice:
- Me tienes que hacer un favor; guárdame este décimo.
Le miro extrañado y le digo:
- ¿Cómo?, ¿quieres que juguemos a medias este número?
- No, es sólo para que me lo guardes. No encuentro un sitio seguro en casa, y “…” se puede enterar.
- ¿Y?
- Que en el reverso lleva el sello del establecimiento.
- Ya, y no conviene que lo sepa.
- Exacto, lo he comprado en un sitio prohibido.
- Venga, si quieres te lo cambio por uno mío.
- Que no, que me lo guardes, que el número me gusta.
- Entonces a medias.
- Joder, guardameló, tú te puedes comprar otro si quieres, ya ves dónde me lo he agenciado.
- Bah, paso…Total no va a tocar…y además, igual tampoco te conviene.
- O sea que fuiste a lugares prohibidos…
- Me liaron.
- Ya.
Y solidariamente le propuse un brindis por esa suerte esquiva que se esconde en lugares que llaman “de perdición”.
Se vuelve a confirmar que en estos encuentros las apariencias son una cosa y las realidades otras. En cualquier caso, un momento entrañable si no fuera por la caspa que destila.
Suerte, a todos.